Gravity, metidos en la mente del Astronauta

Desde 2001 Odisea del espacio (Kubrick 1968), los apasionados por las historias de ciencia ficción no habíamos visto una propuesta tan interesante como, Gravity, del mejicano Alfonso Cuarón, donde se combina una historia sobre la vida y la muerte con detalles hiperrealistas de animación, que nos hacen sentir la experiencia de los protagonistas como si estuviéramos metidos en su traje espacial.

 

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La referencia a la película de Stanley Kubrick en Gravity o Gravedad es innegable, comenzando por la primera secuencia donde nos ubicamos en el espacio exterior con la impresionante panorámica de nuestro planeta azul y lentamente, sin cortes, vamos llegando al telescopio espacial Hubbles donde la Dra Ryan Stone interpretada por Sandra Bullock y el teniente Matt Kowalsky por George Clooney intentan reparar un daño en el aparato.

Cuando la vi pensé de inmediato en la escena de Odisea del espacio, en la que el Dr. Floyd viaja hasta la estación espacial cerca a la Luna acompañado musicalmente por el Danubio Azul. Varios críticos las han definido, a ambas escenas, como una coreografía audiovisual y yo me uno a esta sensación.

Claro está que Cuarón a diferencia de Kubrick si pasa claramente de este tipo de escenas de contexto y deleite cinematográfico a las que dan movimiento físico a la historia y ahí es cuando nos mete en el traje de estos astronautas en su vertiginoso recorrido para lograr un imposible, regresar con vida a la Tierra.

 

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Para ello, entramos y salimos literalmente del casco de la Dra. Stone como si no hubieran barreras. Vemos sus manos intentando agarrar desesperadamente algún objeto, como en los personajes de video juegos, y nos ahogamos con su agitada respiración que empaña el vidrio del casco. Pero más allá de eso nos vamos introduciendo en su angustia, en sus recuerdos, dudas y fortalezas que en últimas son las que nos hacen seres tan complejos y a la vez tan frágiles.

Aclaro que veo similitudes entre las dos películas que he mencionado, no porque la de Cuarón sea una copia de la del Kubrick sino porque se nota que hay un homenaje a la de el neoyorquino, un respeto y valoración por lo que significó, así haya sido difícil para ciertos espectadores entenderla por los simbolismos que usó.

Otro ejemplo son los penetrantes silencios del espacio exterior en ambas películas. De Odisea, siempre me asombró la imagen en la que el astronauta Bowman le pide a la computadora con Inteligencia Artificial Hal 9000, que domina la nave Discovery, que lo deje entrar. Ella descontrolada le niega el acceso y el por unos interminables y silenciosos minutos se queda suspendido en su pequeña nave, sólo, completamente sólo en el espacio infinito, pensando ¿y ahora qué?

 

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El astronauta Bowman en 2001 Odisea del espacio de Stanley Kubrick

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La nave Discovery controlada por Hal 9000 y la pequeña nave donde está el astronauta Bowman

 

La Dra. Stone también se ve forzada a luchar contra sus miedos internos y evidentes obstáculos externos para sobrevivir en medio del temible vacío. Ahí no vale en que religión creas, como se hace evidente en la iconografía de las estaciones rusa y china. Es la grandeza del ser humano, con sus conocimientos, recuerdos y decisiones lo que determina si vive o no, además de una buena dosis de suerte.

Claro está que en Odisea del espacio hay un factor externo más allá del entendimiento que afecta la razón  y eso plantea un cambio radical en el pensamiento humano. La amiga con la que fui a cine no la había visto pero si había leído el libro que curiosamente salió posterior a la película (suele suceder que la literatura es la base para la adaptación cinematográfica y no al contrario). Me lo prestó y aun lo estoy leyendo pues los detalles allí escritos son claves para continuar el viaje.

La diferencia de estas dos con otra película que trabaja una historia similar como Apolo 13, es la forma tan objetiva o fiel a los acontecimientos en la que su director Ron Howard nos la cuenta. No es que esté mal hecha, incluso ganó premios como mejor sonido y mejor montaje, es que no alcanzamos a ´subirnos’ al cohete, así la frase “Houston tenemos un problema” pronunciada por el comandante Lovell, aun nos asuste.

 

Tom Hanks como el COmandante Lovell en Apolo 13

Tom Hanks como el Comandante Lovell en Apolo 13. Basada en el hecho real de la avería que sufrió el Cohete Apolo 13 en 1970 dejándolo varado con tres tripulantes

 

En Apolo 13 somos espectadores de una hazaña, en Gravity somos partícipes de ella. Cuarón lo logra por medio de una subjetividad manifiesta con los planos secuencia y la precisión en los detalles, varios de ellos adaptados a la narración para ser vistos en 3D. 

Aunque a mi juicio sobran unos obstáculos al final y el experimentado astronauta Matt Kowalsky (Clooney) siempre, sonriente, ético y determinado, se parece al juquete Buzz Lightyear de la película Toy Story, Gravity de Alfonso Cuarón es una obra que se acerca a la genialidad de 2001 Odisea del Espacio, por hacernos sentir la pequeñez y grandeza del ser humano a miles de kilómetros de casa.

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