¿Cómo contribuir desde la publicidad para que un dictador salvaje e ignorante deje el poder? o más difícil ¿cómo hacer para que miles de personas que ven al autoritario como un papá fuerte y protector No voten por él en las elecciones?
No fue fácil en el Chile de los años 80 participar en el Plebiscito que preguntaba, Si quería que Augusto Pinochet siguiera como presidente o No, más aun cuando el hombre dominaba todas las instancias de gobierno incluyendo el Consejo electoral.
El dictador acosado por la presión internacional pero seguro de su poder, motivó una consulta para mostrar que gozaba de aceptación popular y hasta permitió que se abriera una franja televisiva para las dos posiciones en contienda.
Los opositores políticos de Pinochet vieron la oportunidad para que se mostraran los abusos cometidos durante su gobierno, tomado ilegalmente el 11 de septiembre de 1973 después de un sangriento golpe de estado en el que murió el presidente elegido por voto popular, Salvador Allende.
Pero así no lo veía René Saavedra, el joven y exitoso publicista encargado de hacer las piezas audiovisuales para la franja del No que saldrían por TV.
¿Entonces qué se le ocurrió a René? eso lo vemos en la película chilena ´No´ de Pablo Larraín nominada al Oscar 2013 en la categoría de habla No inglesa.
La vi cuando estuvo en cartelera a mediados del año pero la comparto ahora que por fechas tenemos una coyuntura, pues estamos en septiembre, también porque el 5 de octubre de 2013 se conmemoran 25 años de aquel Plebiscito y porque actualmente estoy explorando académicamente los caminos del Marketing y la publicidad.
A propósito, en ciertos círculos intelectuales se generaliza en torno a esta actividad, asociándola a un brazo diabólico de los capitalistas que nos atrapa para hacernos unos consumidores autómatas. Aun recuerdo los discursos que funcionaban dentro de una lógica de la izquierda radical, que si bien nos hizo pensar de una manera crítica sobre nuestro rol en la sociedad hoy en día pueden sonar anacrónicos.
Para el protagonista de esta historia, basada en una obra literaria del querido escritor Antonio Skarmeta, lo que le proponían los rígidos líderes de los partidos opositores a Pinochet también sonaba fuera de su tiempo.
Saavedra No quería que el dictador se perpetuara en el poder pero No estaba de acuerdo en hacer una campaña negativa, fúnebre y depresiva, él quería ganar. Por eso apeló a una idea que anhelamos casi todos… pero NO les voy a decir cual es.
Y para llegar a ese estado sabía que tenía que enamorar, gustar, encantar, generar empatía de una manera bonita e inteligente. ¿Qué mejor que una promesa de una vida mejor?
La franja del Si intentó en primera instancia mostrar las bondades de su producto, es decir, al viejo y bravo jefe de las fuerzas militares dando afecto, pero se veían postizas.
Como dice el Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de la Sorbona Vicente Verdú en su libro El Personismo: la primera revolución del siglo XXI:
“El marketing contemporáneo ha comprendido el rechazo del materialismo grosero, el mal gusto del despilfarro, el pecado del consumismo y ha fundado, en consecuencia, una estrategia de nivel superior. Lo que importa no es la cosa sino su alma. Lo decisivo no será vender un determinado artículo sino gustar; introducirnos en la cosmología de la firma que piensa encantadoramente y que nos corteja”.
¿A quién No le gusta que lo conquisten o que lo asocien con algo trascendental? La publicidad inteligente lo hace. A veces me pregunto si los intentos fallidos de la izquierda colombiana por llegar a la presidencia no son debidos a la forma en que comunican sus ideas… la agresividad constante, la falta de risa y la eterna lucha del bien contra el mal… um
Después de que salí de la sala de cine recuerdo que duré como dos semanas cantando, y aun no me cansa, el jingle que se compuso para la campaña “vamos a decir que No” y su estribillo final: “Chile, la alegría ya vieenee, Chile la alegría ya vieenee…”
Y no solo eso, mientras avanzaba la trama, se siente la fuerza esperanzadora que Saavedra diseñó a través de spots llenos de sonrisas y colores, lejos de la miseria que generó la represión sin negar que existió y que fue dolorosa. Naturalmente debe haber un discurso coherente y equilibrado detrás de la estrategia publicitaria sino se verá igual que la sonrisa de Pinochet, falsa.
Hoy veo de una manera especial esta película, no solo porque fue grabada con cámaras de TV ¾ U matic para darle un aspecto ochentero, sino porque hay una necesidad manifiesta de que la publicidad en general tenga una forma que enamore y que a su vez esté comprometida con mensajes que afecten positivamente el desarrollo social, ¿cómo se logra eso?, lo ideal sería asistir a algún Seminario internacional de Marketing y Publicidad que tenga como énfasis la transformación cultural.
1 comentario
Hola Mario.
Grandioso analisis realizado desde una arista fueara de los niveles u opticas de los clasico, pero con la madurez de un realizador que sabe realmente lo que esta haciendo, alcanzando transformaciones interpretativas que como bien lo manifiestas, es necesario establecer una conexion entre la cadena argumentativa y la reaidad real.
Con agrado un amigo.
Daniel Lázaro.