La Flecha Rota entre ´Indios´ y ´caras pálida´ colombianos

Durante este mes de julio vimos el enfrentamiento entre las comunidades Nasa, conocidos como Paeces, ubicados en el departamento del Cauca y el ejército colombiano, pero lo que me sorprendió esta vez no fue el rechazo a los militares por parte de los nativos, ni la muerte de un campesino de la zona por parte de un uniformado, ni el aprovechamiento de la situación por parte de la guerrilla, que por supuesto es grave pero recurrente, sino la intransigencia de un lado y del otro.

Leí expresiones como, “muchos indios” y “malicia indígena” claramente discriminatorias por cuestión de raza, algunas con pretensión humorística como que el presidente Santos debería darle almuerzo a todos, porque “Indio comido indio ido”, eso sin contar con las que los asocian con, narcotraficantes, guerrilleros y terroristas, que obedecen a esa forma maniquea de ver la sociedad que pregona una tendencia política que merodea el gobierno colombiano en este siglo XXI.

 

 

Los estadounidenses ya hicieron el recorrido cinematográfico de los conflictos entre los nativos de las tierras del oeste, es decir los Apaches, Siux y Chihenne y los gobiernos de la Unión, de origen anglosajón. Las más representativas son las dirigidas por John Ford, como La Diligencia 1939, con un John Wayne ´bajándose´ ´indios´ a diestra y siniestra y Fuerte Apache 1948, una mega película de 2 horas con grandes batallas y la mirada desde un grupo de militares.

No ahondo en Danza con lobos, Kevin Costner 1990,  o su copia futurista Avatar 2009 de James Cameron, las cuales presentan visiones reivindicadoras,  porque recordé una película de Delmer Daves, protagonizada por James Stewart, llamada Flecha rota, 1950, la cual considero muy cercana a lo que pasa en el ´lejano oeste colombiano´.

 

“Este filme fue inusual para la época en la que fue filmado, debido a que el tema de las guerras contra los indios se trataba normalmente de una forma plana y estos siempre eran los malvados, sin ningún tipo de escrúpulos”. Una crítica del blog Decine21.com

 

La primera situación se presenta cuando el protagonista Tom Jefrods, un capitán retirado ahora buscador de oro, ayuda a un adolescente apache que está agonizando en el desierto. El territorio en cuestión era ancestralmente de los Apaches y ante la colonización de los hombres blancos llevaban 10 años en guerra.

Tom se sorprende cuando el muchacho le cuenta que debe volver rápido pues su madre ya ha llorado demasiado por la muerte de sus otros hermanos. Para él, los ´indios´ no tenían sentimientos por lo tanto no sabía que podían llorar, es más, dudaba que fueran humanos como los blancos.

 

La foto de un soldado colombiano llorando después de ser desalojado por la guardia indígena conmovió a gran parte de la ciudadanía. Aun no hemos visto las imágenes de la familia del campesino que murió al día siguiente por parte de un soldado.

 

Esta región en Arizona era ruta para llevar el correo y como estaban en guerra no podía pasar nadie sin ser atacado. (La zona en el Cauca es utilizada como corredor tanto para alimentos como para actividades de narcotráfico).

Tom está cansado de las posiciones radicales de lado y lado y le pide a un apache que le enseñe su lengua y sus tradiciones porque quiere hablar con el máximo líder. El apache indomable era nadie menos que Cochise, conocido en Colombia no por sus hazañas sino por nuestro campeón mundial de ciclismo, Martín Emilio ‘Cochise’ Rodríguez.

Llega hasta el campamento y puede hablar con el Jefe. La escena es interesante pues Cochise le da sus razones por las cuales atacan a quienes les amenazan y Tom reconoce que han invadido sus territorios pero que si le interesa la paz deje pasar a los del correo que no hacen daño. Cochise acepta pero le recalca que no permitirá hombres armados en su territorio, tal como dicen los Nasa en el Cauca.

 

 

 

Ante la sorpresa de los habitantes de Tucson, los correos blancos pudieron pasar solitarios por los territorios apaches sin ser hostigados, pero todo se alteró cuando enviaron tropas de la unión americana a patrullar la región, esos hombres que portaban armas fueron atacados y los que quedaron vivos, expulsados.

Alguien dirá pero eso es ficción, es en otra época 1870 y un país diferente, pero oigan esto, en la película llega un coronel con un mensaje del mismo presidente de la república para que negocien una tregua y de ser posible una paz. Como el ex capitán es el único que puede hablar con ellos lo invitan de mediador a lo que el hombre acepta con recelo pues conoce de otros tratados que apenas fueron firmados se incumplieron.

Para Cochise tampoco fue fácil convencer a los guerreros de sus tribus, aunque la mayoría acató las razones por las cuales deberían aceptar una delimitación de sus territorios y su autonomía, para otros como ´Gerónimo´ solo existía la posibilidad de la guerra.

 

 

Recuerdo que ¡Gerónimooooo! era un grito de batalla que solía usar cuando jugaba de niño, no sabía muy bien de donde provenía pero lo asociaba con un acto arriesgado, incluso de locura pues parecía más la expresión de un salto al vacío que otra cosa, como efectivamente fue para este apache intransigente.

Cochise pidió tres lunas (tres meses) para comprobar si podían convivir y aunque todo marchaba bien, Gerónimo y un grupo de renegados ataca una diligencia, luego otro grupo de vaqueros les tiende una emboscada a Tom y a Cochise, lo que confirma que los procesos de paz están rodeados de violencia. En la actualidad los apaches viven en reservaciones y además del turismo reciben ingresos de los juegos de apuestas.

Lo del Cauca no es nuevo y tiene las mismas características que Flecha rota.

A comienzos del siglo XX surgió un líder de la comunidad Páez quien aprendió la lengua de los blancos, escribió sobre sus derechos y aunque logró que los dejaran de tratar como esclavos de los colonos colombianos del Cauca, fue asesinado; se llamaba Manuel Quintín Lame Chantre. No recuerdo el nombre de algún mediador del gobierno colombiano que aprendiera la lengua nativa para dialogar con ellos.

Manuel Quitín Lame Chantre

Hoy tenemos un territorio autónomo afectado por grupos armados ilegales, una población acechada por el narcotráfico, que viene siendo el oro para los vaqueros del siglo XIX, unos políticos que como cuatreros disparan peligrosos discursos nacionalistas en contra de las soluciones dialogadas y para completar un poco de mestizos con ínfulas de lores ingleses abonando con sus comentarios racistas el camino para una tragedia mayor.

Esa estigmatización mediática a los nativos originarios de estas tierras americanas contribuye ampliamente a promover el uso de la fuerza y no la vía del consenso para tomar decisiones en sus territorios.

 

 

 

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