El camino del emprendimiento puede ser diferente dependiendo del momento en que se decida incursionar, adoptando las condiciones del entorno que influyen en la posibilidad de éxito.
Pero a medida que estoy en contacto con nuevos emprendedores, veo un común denominador que me genera algo de preocupación. Estos nuevos emprendedores están más preocupados y pendientes de dominar los recursos tecnológicos, más que cualquier otro ítem del negocio. Y sé que en primera instancia suena lógico y procedente este abordaje, sin embargo quisiera plantear las siguientes observaciones que más que verdades, son puntos de vista que pueden ser pertinentes.
Es cierto que dominando la tecnología podemos generar oportunidades de emprendimiento, incluso más que con cualquier otro recurso; como emprendedor digital lo vivo día a día y estoy convencido de eso. Pero un emprendimiento no se sostiene únicamente por su novedosa idea; existen importantes casos que nunca llegaron a ser rentables o por lo menos han luchado para serlo como Twitter. Sostenerse en un horizonte de tiempo más allá de 3 años, implica tener una gestión financiera y operacional óptima que sostenga el emprendimiento y le permita crecer.
Casi que podemos concluir que la supervivencia de un emprendimiento dependerá de la acertada toma de decisiones operativas y financieras, que le permita a la idea inicial, desplegar todo su potencial y ofrecer la mejor experiencia de usuario posible.
En ocasiones nos dejamos deslumbrar por nuestra idea a tal punto que nos enfocamos ciegamente en su perfeccionamiento, olvidando el sostenimiento operacional que permite cruzar el día a día con tranquilidad. Y la claridad en este punto no es fácil, porque como emprendedores nos sentimos más plenos dominando la evolución continúa de nuestro producto y su promoción, dejando de lado la operación como algo que no genera valor. Un gran error.
Ahí está el reto, más allá de tener un producto innovador, con un diseño efectivo y una experiencia de usuario que atraiga y fidelice clientes, debemos tener una operación tan bien administrada, que nos permita enfocarnos permanentemente en mejorar mi producto y su prestación, y eso se construye desde el comienzo. Una gran idea nos da un impacto importante en los inversionistas y en la audiencia objetivo, una operación eficiente nos puede llevar al éxito empresarial.