A la par con los cambios tecnológicos y los avances científicos, la literatura, la escritura e incluso la forma en que los escritores se relacionan con su público han cambiado para siempre.
Por: Isaias Romero P
@Yopoetrix
Pienso en cómo la tecnología ha impactado el oficio del escritor. Si bien la escritura ha tenido siempre una producción muy convencional, la mano es suficiente, grandes avances han hecho cambios sustanciales en la forma en que los escritores desarrollan su oficio, lo que no debería incomodar si pensamos que lo más importante es que la historia sea buena; sin embargo, tal vez lo digo por mí, queda el sabor a nostalgia. Pienso también en Oliver Twist y en cómo la imprenta logró evidenciar y ayudar a cambiar para siempre la precaria y miserable fortuna de ser un niño en la Inglaterra del siglo XIX. Pienso en Rubén Darío cuando lanzó su famosa obra Azul, casi en toda américa latina se leyó en simultánea sin intermediaciones digitales. Todo ha cambiado.
Escribir para redes
Desenrollar el papiro, girar el rodillo de la máquina de escribir o deslizar la rueda del mouse son prácticas que conservan similitud, un desplazamiento por una hoja que se revela. Es cierto que los avances tecnológicos han impactado la forma de escribir, pero también lo es el que no tengan nada que ver con el proceso creativo. De la mano a la máquina de escribir, de ahí al ordenador y los escritores, algunos aun hoy, sin saltar de uno al otro.
Hay, eso sí, otros temas donde poseen una total determinación los asuntos tecnológicos a los que algunos le huyen. Tantos escritores vigentes deben su fama y reconocimiento a la forma en que las redes sociales difunden sus contenidos. Muchas de las posibilidades de conocer buenas obras abundan allí, las malas también por supuesto, pero hay que saber pescar en la web. Los escritores que se han dejado tentar, han hecho más evidentes, gracias a las redes, sus posturas políticas o personales, no hay que quejarse después si se debilita, aún más, la frágil línea entre la obra y la vida del autor. Redes como Goodreads, (www.goodreads.com) que básicamente es una gran red de lectores de todo tipo, algunos autores están presentes, nos dejan ver que ya no es tan posible esa figura ausente de un autor lejos de sus leedores. En la práctica Goodreads te permite hablar con otras personas que han leído la misma obra, la obra que vas a empezar a leer o cualquiera que se atraviese por tu camino. ¿Cuántas veces no hemos llegado a buenos libros por referencias de otros? Y hay cierta cosa interesante en leer los comentarios y esa práctica del chisme literario. Para quien lee con frecuencia y se la ha liberado de las lecturas obligatorias, esta experiencia puede ser deliciosa. Sin embargo el escenario se ensombrece, cuando otras redes sociales, no precisamente pensadas para la literatura, hacen que cada vez más los autores tengan que convivir con quienes les leen, con quienes les exigen respuestas de sus decisiones sobre sus personajes, de quienes les aman por lo que hicieron o los que les odia por lo que no, nada peor para un autor. Hemos alquilado los balcones para ver, incluso, cómo entre escritores se arrancan la piel a twitazos.
El papel del escritor ausente es cada vez menos posible. Quizás Salinger, lo predecía, Onetti, Rulfo serían odiados por la crítica al no trinar con frecuencia. Alguna vez le escuché a Evelio Rosero que de alguna manera estar en redes, en eventos literarios (ferias, entrevistas, giras) le restaba un tiempo valioso para terminar lo que estaba escribiendo en casa.
Los recursos de creación narrativa digital
Así como el libro tal y como lo habíamos pensado ha cambiado también la creación literaria. La difusión de las obras ya no es más de estanterías y ferias. Son cada vez más populares las tiendas virtuales, las bibliotecas digitales, eventos literarios sin asistentes, sólo clics. Algunas veces para bien y otras para mal, éste es un cambio indetenible.
Más que sonar como una contemplación apocalíptica, es bueno creer que si bien antes se soñaba con el impreso y había que luchar por conseguirlo, la facilidad con la que hoy se publica mantiene un límite maravilloso que sigue siendo el centro de la literatura: la calidad de lo que se escribe, la trascendencia del texto de la que hablaba Neruda. Hay plataformas como www.yopublico.com, que se vende como “nunca fue tan fácil publicar un libro”, https://editorialquaestio.es/, e incluso www.universodeletras.com que hace parte del grupo Planeta y proponen a quien quiera escribir, por una cuantía de dinero, sin importar lo que desee sacar a la luz, hacerlo sin intermediaciones. Está todo, el servicio editorial, la distribución, los diseños.
Ante tanta competencia y facilismo, la calidad prima. Desde siempre no porque el libro se venda mucho, impreso o digital, significa que sea un buen libro, en miles de oportunidades una cosa no tiene que ver con la otra.
Los cuentos infantiles, por ejemplo, cada vez más traen aplicativos, experiencias digitales donde los niños o los lectores juegan también con los personajes, oyen sus voces, los llevan a todas partes, los comparten en sus redes y todas las enormes posibilidades que esto genera. www.makemake.com.co es una plataforma de lectura digital colombiana que ofrece una elegida y maravillosa colección de libros para niños y jóvenes. Muchos de los libros contienen audios, animaciones e interacciones entretenidas para leer de otra manera. Es un servicio que vale su pago, realmente no es mucho para todo lo que ofrece, pero, como si fuera poco, está incluido en la oferta de productos que la Red de Bibliotecas del el Banco de la República tiene para sus asociados (@Banrepcultural).
No son del todo estas formas de lectura o escritura nuevas, de alguna manera en el pasado ocurría igual, claro que con menos teclas y colores, hablamos de una experiencia que debería fomentar la posibilidad de leer mejor, más que de vender una.
A la hora de crear, y aquí la mayor ventaja, los recursos innegablemente han mejorado las posibilidades del autor. El texto interlineal, hipertextuado, las bibliotecas digitales, favorecen consultas que llevaban más tiempo entre ir a la biblioteca y volver a la casa. Una app como iDeas para escribir, (iDeas for Writing), ayuda a combatir la página en blanco, bueno, al menos lo intenta. Otras como Werdsmith, que se vende como “una app para novelistas, guionistas, dramaturgos…”, favorece, sobre todo a quienes ya tienen bien avanzada la historia o saben al menos la ruta que tomará, establecer una verdadera organización y experiencia frente a la escritura con metas, rituales, prácticas y comunicación con redes sociales. Sin dudas hará que el escritor de hoy, o al menos el que vive más en contacto con este siglo, se sienta como pez en el agua. La app de www.ellibrototal.com, por ejemplo, tiene a disposición de los escritores recursos como diccionarios de todo tipo, algunos tan antiguos que serían la delicia de los cazadores de palabras; permite además compartir notas con otros lectores, conocer versiones en otros idiomas de clásicos de la literatura y acceder a los mismos; un acervo enorme de libros académicos y especializados relacionados con obras de la literatura universal, comparaciones entre los autores contemporáneos, traducciones en varios idiomas y sin lugar a dudas, para quienes escriben, una manera extraordinaria de aprovechar lo digital. SyC (Sistemas y Computadores) la empresa que alberga esta app, fue una de las primeras en hacer libros bajo demanda en Colombia.
Y es que hasta lo sencillo tiene su espacio: en www.behindthename.com, por ejemplo, puede esculcarse el origen de cualquier nombre, esto le da un sentido interesante a los personajes; la app Bamboo Paper, te reduce la añoranza y vuelve cualquier dispositivo tipo tableta o Smartphone, en un papel para escribir a mano y ni qué decir de las miles de páginas que difunden concursos literarios en los que con un email basta para participar en cualquier parte del mundo, nunca se sabe cuándo puede sonar la flauta. Hasta se rompe la intimidad del autor y la hoja, cuando en algunos procesadores de palabras surgen los textos predictivos con sólo oprimir la tecla Tab.
Y es que son paralelos los avances entre las formas de leer, y las invenciones o progresos de la ciencia. Para mí, propuestas como las de Wattpad, Inkspired o Sweek, están prediciendo el futuro de la industria editorial, su base es insistir en que cualquiera puede escribir en cualquier momento, pero sobre todo en la relación, en la experiencia del lector con la obra, tal y como la literatura lo logró desde el surgimiento de la imprenta.
¿Aún intocable?
En todos estos casos, el proceso creativo sigue siendo intocable y eso es maravilloso. Aun no se ha resuelto el cómo sacar las ideas de la cabeza. Puede que varíen de mil maneras las formas en que el libro llega al lector, las formas en que se difunden las obras por pésimas que sean, los temas tal vez, los detonadores de escritura, pero hasta el momento no hay nada que automatice la creación, la llamada inspiración, las contemplaciones del autor, la figuración de la historia en una mente libre de ataduras tecnológicas. Pero, no crean del todo, ha sido la misma literatura la que se ha atrevido a vaticinar, como en otros episodios de la historia, máquinas que escriben por los autores, basándose en sus experiencias. En 1961, el escritor norteamericano Fritz Leiber publicó Las Cabezas de Huevo Plateadas (The Silver Eddheads), una novela donde los textos se hacían en máquinas que los mismos escritores pulían mientras las mantenían y les quedaba tiempo para alimentar su fama y ego.
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ISAIAS ROMERO P. Es mediador de lectura y escritor. Ganó el Premio Nacional de Periodismo Cultural (Beca de Creación) en 2011, fue finalista en el Concurso de Poesía Fantástica de la Revista Mi-Natura, y recibió el Premio de Literatura Infantil y Juvenil Barco de Vapor en 2016. Escribe artículos regularmente para diversas publicaciones digitales e impresas y promueve desde hace varios años la iniciativa de @Lectopaternidad que pretende más adultos leyéndole a los niños.