Capítulo 16: El tiempo y los orgasmos nos van dejando

Camilita se me hizo la pendeja con lo del pervertido, dice que no conoce a nadie, que si es que yo no veo que ella no sale de la casa, que todo el día metida en la pieza, que no está comiendo bien… Y me dio como una perecita escucharla quejarse, que me contara sus cosas, que depronto se pusiera a llorar. ¡Pues, qué se consiga una amiga y le cuente sus maricadas! o que abra un blog como yo, que no tengo quién me pare bolas.

En la mañana, cuando estaba estendiendo la ropa, me encontré un preservativo en el pantalón de Humbertico. Ni me escandalicé, ni me puse a llorar o a gritar. Simplemente me lo guardé, aunque eso ya no es lo misma cosa. Yo sí me acuerdo cuando los condones eran en macramé, eso hacía unas cosquillas más deliciosas por allá; pese a que pasaba lo mismo que ahora, que de tanto meter y sacar con el mismo, se pierde el interés, como en las cuentas corrientes del banco.

Ahora se inventaron el Punto G, unas bubas de látex que supuestamente le estimulan a uno las partes nobles, en mi caso las partes escribas, porque no alcanzó para más; el caso es que yo con este abstencionismo tan influenciado, no pruebo bocado desde el estreno de Rambo I, Primera sangre.

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