Capítulo 9: Una mamá de bien

Me metieron al viejo a la guandoca. Lo pillaron manoseando a una malparidita de 15 años en ese hotel en el que la H es como tan M, el Nuevo Milenio. El muy avispado lo único que alcanzó a decir cuando entró la policía a la habitación era que se acogía al Corpus Christie, es que es de una educación. A la Crucifixión  es que se va a acoger este degenerado donde alcance a salir de la guandoca.  

Camilita está estudiando para los finales en la Universidad y no se la aguanta nadie pegada a ese computador. Ayer por la noche pasé por el pasillo a dejarle unos sanduchitos de huevo y espinaca que le hice, y escuché como unos gemidos una cosa así. Lo deben estar matando a trabajo porque parecía muy afectada. Llorando y todo la pobrecita.

Yo me metí a clases de pilates para regular los chacras y todas esas cosas, y ahora estoy mucha más tranquila, con una visión más pacífica de la vida. He cambiado. Ahora nada más estaba yo entrando a mi casa cuando pasó La Betty, una vecina que no me termina de cuadrar, más que todo porque me desvirgó al muchachito. Me saludó la muy descarada y yo sólo la insulté dos veces y le tiré una matera. Para tres materas que le tiraba por día a la mosquita muerta, soy la reencarnación del Dalai Lama. Esperen a ver sino me llaman para nominarme al Nobel de la Paz. 

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.