Capítulo 4: La familia que toda madre desea

A  las 4:30 sonó el despertador, como todas las mañanas, el viejo no se levantó hasta las 4:45, a 15 minutos de que tuviera que empezar la ruta del bus, entró al baño y más me demoré yo en sonarme los mocos que él en volver a salir, cogió la ovejera, dijo «chao cariño» y cerró la puerta, entonces ladró el perro… Y es que acá no hay más cariños.

A las 5:30 me levanté a poner la aguapanela en el fogón, eché una meadita para no perder la levantada y me acosté otra vez. A las 6:00 sonó el celular de Humbertico, tenía clase a las 7:00 y puso de alarma una de esas canciones diabólicas que lo hacen retorcer la cabeza como gallina cocotera pizcando maíz.  Me tocó levantarme a empacarle coca, entonces le frité un chorizo de pollo, dos tajadas de maduro, un huevo, un pedazo de arepa y un poquito de arroz con cabello de ángel que me quedó de la semana pasada que le hicimos la primera comunión a mi sobrina Juanita. Después pidiendo plata para pasajes, yo le dije que no había sido culpa mía que él estuviera estudiando, así que no iba a asumir gastos, entonces el pelado se fue cabizbajo, pero ese se monta por la de atrás con 200 pesos.
A las 10:00 se levanto Camilita, me tiró la ropa para la lavadora desde el segundo piso y me bufó que si le subía desayuno que estaba muy enferma. Yo pensé que sí debía estarlo porque por la noche había estado jadeando bastante y cuando fui a ver tenía la pijamita toda sudada, entonces le subí una tostada integral con mermelada de algarroba, preparada en casa, y un juguito de toronja.
A las 12:00 nadie se había acordado de mi cumpleaños, y yo tarareaba la canción cada que podía a ver si se les iluminaba la recordadera pero nada, y yo con una tristeza. Así, así, regando los geranios, les vacié 4 tanques de agua.
A las 05:00 llegó el viejo con un paquetico y yo casi me pongo a saltarle al lado del perro para ver si me lo daba, pero se metió a la cocina, lo abrió y eran un par de panes de 200 para comer con café. Y yo triste.
A las 05:30 llegó Humbertico, me pidió comida, y se fue a jugar al esbos. Ojalá se quede turuleco y epiléptico ese engendro.
A las 06:00 llegó Camilita de donde sus amiguitas y venía apestado a pecado, me miró como con culpa, se corrió la tirita de la tanga y se fue con las piernas pegaditas, como si así se le borrara la cara de satisfacción que traía la muy puta.
A las 07:00 empezaron las noticias, nos sentamos el viejo, mi mamá y yo en el sofá y no hablamos hasta que empezó una propaganda de Ricostilla con Carlitos Calero y el viejo tiró el control contra la pantalla.
  • –          Ya lo vas a dañar, como dañas todo: la mesa del teléfono, la silla de la cocina, la vajilla de mi mamá, el matrimonio.
  • –          …
  • –          Y no te quedés callado que más me emputo peleando sola.
  • –          Sabandija, ¿qué son tus ganas de joder hoy? Que si quítese los zapatos, que si no ensucie muchos trastes, que si no se quite la ropa en la cocina, que si no orine en el lavaplatos… Es que está de un tiquismiquis.
  • –          ¿Qué día es hoy?
  • –          ¡Ay jueeee!
  • –          Si ves, si ves.
  • –          ¡Hoy juega Nacional!

Comentarios

2 comentarios

    • etrujillo el 21 junio, 2012 a las 8:43
    • Responder

    Me gusta la prosa y el hilo de la historia…. pero deja los cliches quien carajos toma jugo de toronja en Bucaramanga….. y si no tiene para el bus como carajos va tener para comprarse un esbos…. Es mas interesante si la historia se hace creible debemos dejar atras a los»Pobres rico…..»

  1. La historia sucede en Medellín, en un ambiente paisa, y no me parece que sea incongruente, el esbos se lo pudieron dar antes, no dice que lo acaban de comprar. A mí personalmente me parece una historia maravillosa y deliciosa.

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