LOS PICAPIEDRA

LOS PICAPIEDRAS

Vía Bucaramanga Cúcuta
Las dobles calzadas en terrenos de montaña son una novedad, no existen precedentes en nuestra accidentada geografía colombiana de algo así. Cuando se mejoró en las primeras décadas del siglo XX el antiguo camino real que unía a Bucaramanga con pamplona y, que según descripciones de los viajeros era uno de las peores vías de la gran Colombia, este se hizo a mano y pica sin ninguna tecnología, por lo que sorprende que la tan promocionada doble calzada sea simplemente una ampliación de la vía existente, con las mismas pobres especificaciones impuestas por los trazados de la antigua Trocha.
La ampliación de la vía sobre el mismo el trazado existente genera siempre unos enormes cortes en las laderas, que requieren tratamiento de pantallas de concreto ancladas y de otros sistemas de estabilización de taludes todos extremadamente costosos, y, además, se generan un cambio y una alteración del paisaje por las enormes masas de tierra que hay que remover y la ingente cantidad de árboles que hay que talar, para ser sustituida por insulsas paredes de concreto: un bosque biodiverso lleno de vida como lo es el bosque de niebla, de extensión equivalente a la longitud de la vía en esa altitud, se reemplaza por cemento.
La nueva cobertura verde la constituyen una especie de pasto que es la bracharia decumbes e, inexplicablemente, y árboles extraños a las áreas intervenidas como los guayacanes amarillos provenientes de zonas bajas y secas, o los urapanes originarios de la India, que, además, no sirven de alimento a la fauna local. Estos árboles reemplazan especies como la cedrela montana que se encuentra en veda en Colombia y a otras típicas de los bosques secundarios que se hallan en esta zona. El esquema usado de compensar en otra parte las zonas intervenidas cambiando el bosque biodiverso por una mina a cielo abierto debería ser prohibido por sus nefastas acciones antrópicas sobre el territorio.
Históricamente esta importante vía ha presentado constantes deslizamientos de tierra con los consiguientes cierres para su remoción, y si se dan las mismas condiciones geológicas, geomorfológicas y geotécnicas, esos deslizamientos se repetirán con mayores dimensiones por los enormes cortes hechos sobre las laderas de la montaña para la inserción de la nueva calzada.
¿Donde están los viaductos y túneles que agilizan en Europa y estados unidos el desplazamiento por las carreteras de montaña –en época de tratados de libre comercio e intercambio internacional de bienes, servicios y personas- y que dejan intacto el paisaje, las laderas y la vegetación sobre las que transcurre la vía?
¿Se han tenido en cuenta los resultados de las nuevas investigaciones sobre el manejo de tierra y roca en grandes obras de infraestructura cuando se trata de intervenciones en montaña fundamentadas en precarios trazados coloniales?
¿Se han identificado, acaso, en los estudios preliminares de ampliación,-fundamentales en ingeniería vial- las zonas de erosión, deslizamientos y avalanchas, tan comunes en nuestro medio geológico de montañas nuevas e inestables?
Más que una obra de ingeniería del siglo XXI el trazado, los cortes del terreno y la tala de vegetación existente, recuerdan una mina a cielo abierto con los mismos desastrosos e irremediables efectos nocivos sobre el paisaje y el ecosistema.

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