Ir a ´cine´ a ver otra cosa

¿Han ido ustedes a las salas de cine a alguna actividad diferente a la de ver películas?

Descartemos conferencias o presentaciones de algún producto porque me quiero centrar en la pantalla grande; reformulo la pregunta ¿han ido a cine a ver alguna transmisión de televisión o video?  Y de ser así ¿cómo se comportaron, cómo la sintieron, les gustó o qué prefieren?

Para algunos puristas, los cinemas o teatros de cine son sólo para ver películas y no deben utilizarse para otra cosa, para muchos da igual pues proyección es proyección y como las imágenes se mueven…  la verdad yo no tenía una posición definida sobre este tema hasta que fui a un par de espectáculos de gran emotividad: uno un partido de la selección Colombia en el mundial de Brasil y otro una ópera desde el Metropolitan ópera de Nueva York.

 

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Ya me había perdido uno de estos eventos alternativos programados  por Cine Colombia a los que se puede asistir pagando una boleta similar a la de un matiné, fue  el concierto de la banda inglesa Queen grabado el 27 de julio de 1986 en Budapest, el cual reunió, en ese momento histórico, a cerca de 80 mil espectadores.  La empresa de proyección cinematográfica la promocionó como, “Una  joya del rock mundial ahora en su presentación digital con sonido Dolby 5.1”

¡Freddie Mercury revive en los cines! La legendaria banda británica Queen conquista la pantalla gigante con su histórico concierto ‘Hungarian Rhapsody’, fue uno más de los titulares.

Aunque guardo una especial devoción por ellos no pude ir. Debió haber sido por alguna excusa monetaria porque la verdad quería saber ¿qué se siente estar en el espectáculo?, me intrigaba saber si uno canta con los asistentes a la sala o si se para a saltar o si sólo se queda como un observador pasivo, analizando cada detalle del concierto.

 

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El partido de fútbol al que asistimos, con la que conoce mis gustos y mis disgustos, fue el de Colombia contra Brasil, el 4 de julio de 2014 en la sala 7, la boleta costó 9 mil pesos.

Bucaramanga y en realidad el país entero estaba erizado; había una electricidad optimista en el rostro de los colombianos, una mezcla de ansiedad y orgullo por estos deportistas. En el Centro Comercial el ambiente era igual, recuerdo que había una pantalla gigante en el primer piso con mucha gente alrededor, lo que hubiera sido una buena opción porque era gratis y la multitud estaba emocionada, pero ya habíamos comprado las boletas con cuatro días de anticipación.

El caso es que llegamos como media hora antes y nos ubicamos en las sillas centrales, ya estaban pasando los momentos previos y los comentaristas deportivos se desbordaban en adjetivos para la selección. Hasta ahí normal, nos saludamos con las familias que fueron, había niños, señoras, señores, algunos grupos de muchachos y muchachas, una señora trataba de cambiar asientos para ver si podía quedar cerca a su pareja.

El momento de los himnos fue sorprendente, de manera espontánea los asistentes se fueron poniendo de pie y comenzaron a cantar el himno y aunque no me gustan esos brotes peligrosos de nacionalismo, también lo hice y canté con los ojos aguados. Había una necesidad de replicar la ritualidad del estadio en la sala de cine.

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De pie cantando el himno de Colombia en la sala de cine

 

Al comienzo del partido unos aplausos tímidos de nuestros vecinos, después comentarios de desaprobación para el árbitro sin llegar a los insultos que se gritan en los estadios y al final tristeza mezclada con satisfacción . `Aunque perdimos y si fue gol de Yepes` salimos relativamente tranquilos al ir a ver fútbol al teatro, eso sí, sin la euforia de cuando voy al Alfonso López.

El sábado 26 de julio a las 11 de la mañana fuimos a otra actividad completamente distinta, asistimos a la ópera Rigoletto… bueno, en realidad vimos la transmisión en directo desde el Metropolitan de Nueva York de la adaptación que hizo Micheal Meyer a la obra compuesta por Giusseppe Verdi.

Acá también se hizo evidente la nostalgia por estar en el espectáculo real. La señora a la entrada nos dio el programa de mano donde está la sinopsis de cada acto, la ficha técnica y un breve comentario. La gente, en su mayoría adultos mayores de estratos aparentemente altos, iban con trajes formales y no con la pinta de un sábado a las 11 am, hora de la transmisión. Puede ser esnobismo intentar representar el ritual de asistir a una ópera, lo cierto es que fui con mi sombrero negro.

Como esto era nuevo para mi y no había desayunado compré comida para entrar al teatro sin saber que prohíben el ingreso de crispetas pero no de perros calientes… ¿es una discriminación contra la comida preferida de los que vamos a cine para favorecer a los Hot dogs o ni siquiera los organizadores tienen claro si el ritual a seguir es el de ir a cine (permitiendo todo tipo de alimentos) o el de ir a ópera (cero comidas)? yo tampoco lo tengo claro.

 

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Por lo menos cuando asistíamos al hermoso auditorio Luis A Calvo de la UIS las reglas estaban definidas: puntualidad, tres timbres para alertar a los que se quedaban charlando, no entrar comida, ni siquiera para cine y apagar los bipers, celulares y demás artefactos que pudieran interrumpir al artista «o en su defecto ponerlos en modo vibrador» como decía la distinguida maestra de ceremonias y jefe de protocolo durante varios años en la Universidad, mi jefa y gran amiga mía.

Volviendo al cine-ópera, las intermitencias en el audio y la ausencia de subtítulos en buena parte del primer acto afectaron mi concentración en esta obra situada en la Vegas, de gran despliegue actoral y que de no ser por la fallas mencionadas hubiera alcanzado a interesarme pues la trama se va complicando hasta llegar al emotivo tercer acto donde se interpreta, la popular, La donna e mobile.

Los asistentes al Metropolitan de Nueva York aplauden en ese momento y nosotros en la sala 7 de un cinema en Bucaramanga Colombia los sentimos vibrar y aunque yo quería aplaudir ninguno más lo hizo por lo que me contuve.

 

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En ese momento me acordé de otro evento similar y de una pregunta sencilla ¿Qué actitud tomaron los que fueron a ver la transmisión en directo del cambio de Papa en el multiplex (Bergoglio por Ratzinger) se arrodillaron ante la mega pantalla, se persignaron como en la iglesia?

La virtualidad, puede conectarte con el mundo y sus espectáculos, eso es una ventaja para los que nos gusta estar informados y gozarnos los eventos colectivos, pero no los sientes como son y se corre el riesgo de conformarnos con esa comodidad que nos ofrece el sillón, con ese sin sabor divertido que da la mediación tecnológica, con esa ambiguedad de estar, pero a la vez no.

El lenguaje audiovisual nos permite ver detalles imperceptibles, reacciones del público, ángulos inéditos y hasta crear unos enfoques nuevos producto de los efectos digitales, pero obviamente se pierde las sensaciones que van más allá de la vista y el oído.

Mientras conseguimos las boletas para ir al Broadway de Nueva York, a la Caverna en Liverpool, al Mardi Gras en Nueva Orleans o a la Copa América en Chile, tocará ir a ver la transmisión en cine de variadas artes escénicas que se desarrollan en vivo y que no proliferan en ciudades intermedias como la nuestra.

 

 

Mario Mantilla Barajas, Realizador y analista de cine y TV

mariomantilla88@gmail.com

 

Comentarios

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1 comentario

  1. Gracias por compartir con todos nosotros toda esta amena información. Con estos granitos de arena hacemos màs grande la montaña Internet. Enhorabuena por esta web.

    Saludos

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