El diario de Tanja en Bananas

¿Recuerdan el caso de la joven holandesa Tanja Nijmeijer, quien a los 21 años se unió a la guerrilla de las FARC dejando atrás su cómoda vida en Europa?

Eso fue en 1998 y se convirtió en una noticia internacional, básicamente porque todo el mundo asumió que su desaparición había sido por causa de un secuestro. Era muy difícil pensar que una europea, profesional en Filología Hispánica, desaparecida en un país como Colombia, fuera a parar por voluntad propia al grupo guerrillero más antiguo del continente.

 

 

Pero así fue, la joven habló un par de años después para la TV internacional contando cómo y porqué se vinculó a las FARC, su idealismo y la intención de tomarse el poder por la fuerza.

En octubre de 2012  fue escogida por dicho grupo como uno de los miembros de su delegación para los diálogos con el gobierno colombiano en Oslo, lo que volvió a poner su nombre en la mira de los medios de comunicación, que recordaron un hecho noticioso de ella, bastante curioso para mi porque ya lo había visto en la película Bananas de Woody Allen.

Resulta que en un ataque a un campamento, el ejército colombiano descubrió el diario de Tanja en donde evidenciaba su inconformidad por la forma en que se trataba a las mujeres y por los desmanes de sus líderes: “¿Cómo será cuando tomemos el poder? ¿Las mujeres de los comandantes en Ferraris, con implantes en los pechos y comiendo caviar?” escribió Tanja aproximadamente en el 2005 pero Woody Allen ya lo había mostrado en 1971 en su película Bananas, que no es otra cosa que una burla a las revoluciones armadas en países tropicales.

 

 

Fielding Mellish, el personaje que interpreta Woody, es un gringo del montón quien termina metido en la guerrilla de un país ficticio llamado San Marcos, por impresionar a la chica que le gustaba.

Después de vivir una gran cantidad de situaciones absurdamente cómicas en las que ridiculiza a todos los protagonistas de la historia, incluyéndose como típico norteamericano, Fielding es utilizado por ambos bandos con algún fin propagandístico.

La cuestión es que los rebeldes le ganan la guerra al dictador y se toman el palacio. Espósito, el líder, asume el mando, sin mediar elecciones, y empieza a dar unas órdenes disparatas, como que el idioma oficial de San Marcos sea el sueco, que los calzoncillos se usen por fuera, en fin, solo le faltó decir que ´las mujeres de los comandantes manejen Ferraris, que se pongan implantes y coman caviar´, como lo dijo Neijmeijer.

 

                                                    Clic aquí para ver escena de Bananas, 1971

 

Que cosas,  Tanja pudo haber visto la película y haberse evitado tener que vivir buena parte de ella en las selvas de este tragicómico país tropical llamado Colombia, tan rico y sobresaliente como conflictivo.

Según fuentes periodísticas, alias Alexandra, como se le conoce, estuvo a punto de ser ejecutada por esas apreciaciones escritas, pero se salvó por su condición de extranjera:  » podría servir en algún momento» dicen que comentó Raúl Reyes. Muy parecido le pasó en la película a Woody /Felding, quien era el único que sabía hablar en otro idioma, por eso no lo mataron y gracias al realismo mágico terminó siendo, por unos días, el presidente de San Marcos.

Volviendo a la realidad, vamos a ver en Noruega a Tanja, como intérprete para los europeos. Ya no tiene 21 años sino 34, carga con la responsabilidad de traducirles a los suyos cómo se solucionan 60 años de guerra interna en nuestro país y aunque ya ha vivido en carne propia las peripecias de esta absurda realidad bananera, no dejo de pensar en ella y en todos nosotros  como uno de esos locos personajes de Bananas.

 

 

Nota:

“Banana Republic” es un término peyorativo que se le dio a los países que producían y exportaban esta fruta a los Estados Unidos de América pero que tenían una inestabilidad política notoria, con grupos armados insurgentes, que entre otras cosas, acosaban a las empresas estadounidenses con intereses en sus tierras, algunas tristemente célebres como la United Fruit Company, la cual en 1928 se vio involucrada, junto al ejército de entonces, en la muerte de 300 trabajadores de un grupo de 25000 quienes protestaban por cuestiones laborales en Ciénaga Colombia.

Un hecho que se conoce como “la masacre de las bananeras” el cual inmortalizó García Márquez en Cien años de soledad y sirvió también de caso al líder liberal Jorge Eliecer Gaitán.

 

 

 

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