DETERIORO FISCAL POR OMISIÓN

Al momento de posesionarse es común oír de quienes asumen funciones ejecutivas dentro del gobierno un juramento que palabras más, palabras menos dice:” Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia”, remitiéndonos a la carta magna y concretamente al artículo 82, leemos:” Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular,”, que más que una frase de cajón parece un juramento de cajón. Como ciudadanos concentramos nuestra atención sobre lo público en las actividades que permiten desbocar la voracidad por los recursos financieros de quienes estamos obligados a cumplir con el pago de impuestos desatendiendo otras obligaciones de los funcionarios por las cuales reciben una paga y que por lo general desatienden y una de ellas que hoy por hoy afecta a la población es la movilidad, tema igualmente contemplado en la carta política e íntimamente relacionado con lo del espacio público. Es pan de cada día observar la correteadera de los miembros de la fuerza pública a los invasores quienes pasado el momento de efervescencia de la autoridad regresan a sus sitios invadidos. En la zona céntrica se tiene referencia del cierre de establecimientos de comercio formal que pagan impuestos y generan empleo formal como consecuencia de la competencia desleal que frente a sus establecimientos se ha establecido dificultando además el acceso y transito de clientes a ellos.
No solo se defrauda al fisco sobrevalorando y amañando licitaciones para dar paso a los institucionalizados CVY y MTC (Miguelito También Come) que rondan entre el quinche y quinche y el veinte y veinte. También roba quien recibe paga y no cumple con su labor que para el caso de estos gobernantes está directamente ligado con la constitución y las promesas de campaña que condujeron a las mayorías a elegirlos. Son varios los que acceden como columnistas en este medio que han pedido un compás de espera hacia los recién posesionados; pero no tienen en cuenta estos opinadores que dados los primeros pasos, generalmente los nombramientos y los antecedentes de sus patrocinadores y el sanedrín que los llevó a alcanzar su triunfo los ciudadanos fraguamos nuestras esperanzas antes de lo esperado. El futuro para el caso de Bucaramanga no es para los ciudadanos tan incierto llevándonos a la certeza de que “quien espera y espera desespera”, como en los 3 años y 9 meses del pasado gobierno y los 3 del refuercito que nos impuso la terna del partido gobernante y muy probablemente quien seguirá en su representación por otros 4(supuestamente).Salvo contadas excepciones se acertó, pues los repitentes vienen de un mandato adornado de desaciertos y decisiones tomadas con ligereza o simplemente dejadas de tomar que dejó a la ciudad en una situación crítica y lamentable que incluso nos ha llevado a perder nuestro sentido de pertenencia y el orgullo por vivir en una ciudad que hoy es historia y no por el hecho de ver como se ha destruido su pasado derribando viviendas que fueron legado de esa clase dirigente que edificó las bases de nuestra calificada ciudad de los parques, más limpia del país y otros que hacían de nuestra ciudad para esas épocas la cuarta del país(hoy peleando el 7° lugar) y que en los últimos años se muestra viuda de representación en el alto gobierno y con una representación parlamentaria para las meras vergüenzas que dedica sus 8 horas diarias a labores agrícolas para lograr rebajas en las condenas que la justicia les impuso cuando no dedicados a ver transcurrir los días para revivir políticamente al ser sancionados por varios lustros para ocupar cargos públicos, aunque ha sido una constante el testaferrato político en sus esposas, hijos y hasta sobrinos.
Como ciudadanos estamos en nuestro legitimo derecho de velar por el cumplimiento de las obligaciones y deberes de los gobernantes adicionalmente de la buena utilización de los presupuestos.

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