Se volvió recurrente el dolor de cabeza que la ciudadanía y especialmente los residentes al sur de la puerta del sol han tenido que soportar por espacio de casi 4 años por cuenta de las obras de Metrolínea y que de cierta forma su coletazo en la figura del pico y placa afectó también a quienes transitan por la meseta. La muy promocionada inauguración para el 22 de Diciembre se convirtió en la crónica de otro descache cronológico. No es por los sobrecostos en que se deba incurrir, que si bien los cubre la póliza de estabilidad de la obra, ella no incluye el perjuicio intangible que por causa de las congestiones deben soportar quienes deben hacer uso de esta ruta. Es decir la inauguración efectiva no se ha producido y todo sigue como la víspera de la primera piedra (la simbólica de inicio de obras), que se convirtió en una cantera de emociones para conductores y usuarios de la vía y para quienes expectantes desean utilizar en forma el Sistema el transporte masivo el cual por mil razones y excusas ha permitido sobreentrenarlos.Reconocen los constructores e interventores que como consecuencia de la utilización de la vía durante 5 ó 6 años se estará interviniendo para efectuar reparaciones, lo que hace necesario un adecuado mantenimiento en los sectores que muestren deficiencias, cosa que parece nunca se hizo en las vías de la ciudad y que se hace a parches rellenando con tierra y cemento en el mejor de los casos los rotos que a diario se hacen lo que ha caracterizado la mediocridad en la solución del deterioro de la cinta asfáltica convirtiendo este problema en una especie de carrusel, pues rellenado el último roto se daña el primero que se deterioró. Los problemas siguen a la orden del día en Metrolínea y por efecto dominó la movilidad en general de la ciudad. Sigue el problema como el primer día alejados del objetivo propuesto y todos los actores del reparto caen parados
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